domingo, 10 de abril de 2016

EL TIEMPO ES CIRCULAR

El dibujo de Pablo para darme la Bienvenida
El tiempo es circular y la vida es un "eterno retorno"; en esta lógica muchas veces la única regla que se impone es la causalidad misteriosa,  que pone a todo y a todos en el lugar correcto del camino.
Después de algunos años y en otros casos después de muchos años, en un viaje inesperado a España, pude reencontrarme con familias españolas que adoptaron en Bolivia. 
La adopción internacional, es para mi, un escenario que se construye con mucha paciencia y sobre todo con la necesidad de construir un puente de encuentro no solo entre padres e hijos, sino también es un encuentro entre culturas y mundos diferentes, cuyo común denominador es la esperanza viva que albergan tanto los padres como los hijos, por tener una familia. 
Este puente, sin embargo y a diferencia de la adopción nacional, es muy duro de construir, muchas veces por la ausencia de comprensión real de esta búsqueda y los prejuicios endógenos subyancentes en torno a la adopción internacional. 
Hasta el día de hoy, mantengo contacto, con casi todas las familias que adoptaron internacionalmente, todas han jugado un rol de aporte muy importante en mi vida y con esto para nada quiero caer en la ingratitud con las familias que adoptaron nacionalmente. Pero es cierto, que uno fortalece vínculos mucho más fuertes con estos padres, por el tiempo espera, por la necesidad apremiante que tienen ellos de sentirse en Bolivia, cerca a sus hijos y alimentar día a día la esperanza para que sus sueños se hagan realidad.
Llegar al aeropuerto de Barcelona y ver a Pablo (todo un hombrecito, tan guapo y con un letrero de bienvenida), ha sido ver en él a todos los niños  y niñas, que siento un poco míos y todas las historias y encuentros de amor, de las que fui testigo este tiempo. 
El 21 de febrero, nos fuimos, rumbo a Montserrat, en el lugar nos esperaban, familias que habían adoptado en Bolivia, el tiempo es circular, ahora era yo la que llegaba y eran ellos los que me esperaban. 
Cada final acaba siendo un inicio y te das cuenta que esa cadena de acontecimientos, estaba predestinada, paso en Bolivia y ahora paso en España. 
En Montserrat, se sumó otro eslabón en esta cadena eterna, que creímos que terminaba en Bolivia, con una sentencia de adopción.
Ahora puedo afirmarlo, la eternidad acaba siendo una rara virtud del amor. 
Ver a los niños, (a estos niños que yo amo profundamente y que siento un poco míos), verlos a todos y cada uno, siendo y sintiendo a su modo y en sus tiempos una familia, hace que reafirme, que el único espacio de amor y protección para un niño es una familia y todos tenemos la obligación de garantizárselos; verlos en su mundo, hablando catalán, construyendo su felicidad en base a espontaneidades, juegos, amor y  seguridad, ha hecho que los descubra tan distintos a cuando marcharon y  hace que agradezca y esté convencida de que todo esto haya valido la pena.
Hoy puedo decir, que este espiral que se inspiró en lograr una familia para un niño, ha ido creciendo, todos los papás que adoptaron en Bolivia, han formado también lazos de cariño entre ellos, los niños cual espejo, se han encontrado en sus similitudes físicas, pero también en un lenguaje del alma, que quizás nunca los adultos podamos descifrar por completo y yo también me siento ahora parte de esa familia comunitaria de amor, unida por los mismos sueños, por los niños boliviano españoles que siguen siendo la inspiración de todo esto que algunos llaman adopción.   

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